miércoles, 22 de agosto de 2012

No a las torres, pero tampoco a las avivadas de quienes se "oponen"

Días atrás, el intendente nos amaneció con la idea de permitir la construcción de edificios en la zona de Alem. Como ya tratáramos en un artículo de este blog, todo obedece a un plan delineado hace unos cuantos años por los intereses inmobiliarios, ejecutado paulatinamente -acuerdos mediante- por las sucesivas administraciones municipales. Las antiguas casas de esa calle, devenidas en locales donde aún funcionan los boliches, quedarán vacíos cuando éstos se instalen -negocio turbio mediante- en la discutida Escollera Norte. Las grandes sumas por alquileres que dejarán de percibir serán compensadas de esta manera por el intendente con un negocio redondo, en lugar de darle a la zona una oportunidad de recomponerse como originalmente era y que la podamos disfrutar todos. Y aquí viene una de estas tretas que se exhiben a la opinión pública como "la vocación participativa" de este gobierno comunal: a través de ciertas reuniones, se les pregunta a los vecinos si están de acuerdo. ¿Qué diría ud, si alguien de la Municipalidad le va a preguntar si, por el terreno donde hoy está su casa, prefiere ganar 50 mil o un millón de dólares? No somos quienes para cuestionar su respuesta. El punto es que no se debate algo previo, y es qué queremos los vecinos para nuestra ciudad, si realmente queremos que allí se hagan edificios. Y allí debería estar el rol ineludible del Estado, que todos sabemos, Acción Marplatense puso en manos de una especie de "patria empresaria" que maneja la ciudad. Y la Municipalidad, en vez de reglamentar, utiliza la "voluntad del vecino" para llevar a cabo negocios propios y de sus amigos constructores.
Ahora bien, en tal orden de cosas, es casi lógico preguntarse qué posición ha adoptado al respecto la oposición, en tanto "oposición" supone una mirada alternativa. Frecuentemente en estos casos, oímos alzarse voces que se manifiestan en contra del proyecto oficial. Y la misma opinión pública desconcertada parece serenarse porque un adalid va a representar los intereses de lo que podríamos llamar el "sentido común" en el cuerpo deliberativo. ¡Pero no! Hoy lo escuchamos a Fernando Maraude, concejal por el Frente para la Victoria (bien puede haber sido cualquier otro en tanto representan los mismos intereses), hablar de que lo que verdaderamente hay que hacer es modificar todo el Código de Ordenamiento Territorial, pero no para evitar las torres ¡sino para permitirlas y evitarse el mal trago de aparecer ante los ciudadanos poniendo parches permanentes que los hacen ver como asociados en un curro! ¿se entiende? Nadie, pero absolutamente nadie, levanta la voz para evitar las torres, que en el caso de Alem suponemos que terminarán por las habituales argucias en siete u ocho pisos, en lugar de los cuatro que se pregonan.
Pero peor aún, hablar hoy de cambiar el COT en este tufillo de corrupción y lobby de las cámaras de la construcción no haría mas que abrir un enorme quiosco que termine habilitando la construcción de edificios en cualquier lado, un verdadero remate de voluntades puestas al mejor postor y en perjuicio de la ciudad y de los vecinos, jamás consultados para estos temas. No olvidemos los lamentos del amigo Castorina por la gran cantidad de restricciones para la construcción en nuestro barrio, utilizados para no declarar nuestra zona como "de interés patrimonial" de acuerdo al proyecto que presentamos en el HCD oportunamente.
Sería bueno que la mentada "participación vecinal" empiece por el inicio de la cosa, por su esencia, en vez de que nos consulten acerca de qué color queremos que sea la mole de cemento frente a nuestras casas. Como siempre decimos, que en vez de tener que elegir al violador, podamos elegir que no nos violen.