La noticia dice que "los integrantes de las Comisiones de Legislación y Obras del Concejo Deliberante, aprobaron por unanimidad la iniciativa del gobierno encabezado por el Intendente Gustavo Pulti, mediante la cual se da respuesta a la necesidad de proteger fuertemente los barrios y evitar la proliferación de edificios que atenten contra la identidad arquitectónica, histórica y cultural de nuestra ciudad.", sin embargo esa protección dista de lograr sus objetivos y terminará siendo inocua. Por empezar, se restringe a los distritos R4 y no a un área bien definida de esos barrios, de modo que no podemos hablar de barrios protegidos, sino de sectores específicos protegidos. Esto va a provocar no sólo incertidumbre en los vecinos que creerán estar protegidos cuando tal vez por cincuenta metros no lo estén y "malas interpretaciones" de parte de constructores, a la vez que limita la llamada"identidad marplatense" a unos pocos barrios y no a que ésta se pueda encontrar en toda la ciudad. Concretamente, hemos pedido que entre los barrios a proteger se incluya a Punta Mogotes. Si embargo, no sólo no se incluyó hasta ahora a un barrio cuya característica es definitoria en la elección turística, sino que, en caso de que se incluyera, poco podría protegerse, ya que los R4 son escasos en el barrio. El problema está en los R3 y C2, que son los distritos costeros, fruto apetecido por las empresas constructoras. ¿No es Punta Mogotes parte de la identidad de esta ciudad? ¿No puede existir un barrio de casas bajas frente al mar que no sea para unos pocos y selectos adinerados? Si el proyecto se aprueba sin incluir a Punta Mogotes, corremos el riesgo no sólo de que nunca se proteja al barrio, sino que se lo deje en manos del capital inmobiliario como derecho de pernada que debemos pagar todos los marplatenses a fin de que no toquen los barrios donde los votantes son demasiado evidentes. Si analizamos el discurso, no se habla de proteger algunos barrios y dejar que en los otros rija estrictamente el Código de Ordenamiento Territorial, sino que se habla de ver en qué zonas se pueden prorrogar los privilegios que, sobre el COT han regido durante años, y a eso se le llama progreso. De hecho, junto al proyecto que hoy fue aprobado por la Comisión de Obras, ya se está mencionando otro que determine a qué barrios se puede trasladar lo que en otros barrios es tan malo. Tal parece que se ha descubierto que lo que es veneno en un lado, es un tónico revitalizante en otros, lo cual, sabemos, no ocurre. Si esta idea prospera, en un par de años estaremos discutiendo lo mismo que hoy los vecinos de Chauvín, pero con una gran proporción de nuestro barrio afectada. lo que se traduce en identidad de la ciudad perdida. No olvidemos que uno de los proyectos "evangelizadores" del barrio, presentado hace mas de un año, propone convertir los R7 que el funcionario Castorina juzga como que ya protegen demasiado al barrio, en simples R3, que permitiría construir cinco pisos no ya en la costa, sino adentro del barrio. Es decir, adiós a la identidad de Mogotes. Tampoco se habla de que ese proyecto que va a determinar en qué barrios se construya vaya a incluir la opinión de los vecinos ni de las Sociedades de Fomento, sino de instituciones como las cámaras del sector y el Plan Estratégico, donde se encuentran representados todos estos intereses que nos han llevado al problema en Chauvín y barrios aledaños. Otra vez la vieja historia: un grupo de "elegidos" pueden determinar cómo será la ciudad sólo por sus conocimientos técnicos, que ellos mismos juzgan como una instancia superadora de la condición humana, y que excluye al vulgar vecino. Que quede claro: el Plan Estratégico en todo esto, ha sido parte del problema y no ha aportado ninguna solución. Así que ¿porqué apostar a lo mismo? Por eso, desde aquí les vuelvo a pedir a los concejales y al Intendente Pulti que incluyan en el proyecto a los sectores conflictivos de Punta Mogotes y que no renueven para el barrio privilegios como el permitir construir el 30% de mas, que en ese caso se transformaría en una reglamentada burla al Código de Ordenamiento Territorial, ya que le da vía libre a los constructores a transgredir ese código que, cuando los beneficia citan como si fuera una escritura sagrada.
A la construcción no hay que demonizarla, alcanza con quitarle los privilegios que tiene por encima de otras actividades igualmente importantes, como la pesca y el turismo, que no gozan de estas dádivas.
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