"Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad". La frase de Joseph Goebbels parece quedarle como a medida a Norberto Cánepa, Presidente del Centro de Constructores y Afines y uno de los responsables de la constructora ConSCa, adjudicataria de tanto negocio de obra pública. El pasado 12 de agosto, en una entrevista radial con José Luis Jacobo, metió el cassette, puso "play" y arremetió una vez mas con las habituales mentiras, que deberíamos tener presentes, para justificar su idea de construir en lugares a cuyo efecto se demuelen propiedades de interés patrimonial o que identifican a la ciudad:
"-La tendencia de las ciudades en todo el mundo es hacia la concentración y no hacia la expansión, porque esto lleva a un mejor uso y una racionalización de los servicios, tanto de infraestructura como de transporte...-"
Suena bien ¿verdad? es un típico discurso de los noventa que tantos compatriotas solían comprar con los ojos cerrados, pero ¿saben una cosa? ¡es falso! La ciudad YA está expandida. ¿o acaso termina en Juan B. Justo hacia el Sur, en Independencia hacia el Oeste o en Libertad hacia en Norte? Tarde o temprano habrá que llevar servicios a todos aquellos que aún hoy deben calefaccionarse con garrafas en pleno invierno y tienen que sacar el agua de napas cuyo estado desconocemos, desde le límite con Mar Chiquita hasta el Arroyo Las Brusquitas, porque ahí ya vive gente. No queda otra. Salvo que Cánepa tenga otra idea respecto a lo que habría que hacer con aquellos marplatenses: que haya un núcleo urbano que goce de todos los servicios y una adyacencia que, por los designios de los falsos postulados de Cánepa se quede afuera del mundo, y hagamos como que no existe. Nos suena de dónde sacan esa idea de ciudad. Pero sigue Cánepa con su idea, intentando hacernos sentir culpables:
"-...yo creo que de última habrá que hacer un gran debate de qué tipo de ciudad queremos: una ciudad chata (haciendo un énfasis despectivo sobre esta palabra), una ciudad extensa, y tendremos que pagar después los costos de estas situaciones. No es lo que ocurre en la mayor parte del mundo, esto es así.-" No hay debate posible, Cánepa. Habrá que llevar servicios a la gente que vive en los sectores alejados porque ya son una realidad. La gente no es un gasto, Cánepa. En todo caso, habría que preguntarse si esa inversión no la retribuye el turismo. Pero claro, ese dinero no va a la caja de los constructores. Qúe miedo y desprecio sienten algunos por los arrabales.
Pero respecto a "lo que ocurre en la mayor parte del mundo" que sostiene Cánepa, esto de la concentración de las ciudades, es mas bien citado como un problema más que como la inocente solución que propone el Presidente del Centro de Constructores y Afines. Y genera un sinnúmero de problemas, algunos de los cuales pueden verse hoy en la ciudad de Buenos Aires: inconvenientes de transporte, masas de personas convergiendo sobre las áreas laborales, y saliendo de ellas, contaminación ambiental excesiva, incremento de las temperaturas en verano, mayor demanda y pobre aprovechamiento de las energías no renovables, imposibilidad de estacionar, circular, etc. Y no son pocos los países que están implementando programas para generar un desplazamiento de las poblaciones hacia las ciudades pequeñas situadas en las cercanías de las grandes. En realidad, esto de la concentración de las ciudades sólo es sostenido por aquellos que requieren áreas disponibles, por ejemplo, para plantar soja, cuyas ganancias no son ajenas al intento de construir torres en Punta Mogotes.
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