miércoles, 25 de agosto de 2010

Políticas habitacionales llave en mano, por el Arquitecto Eduardo Layús (*).

La fuerza de una foto o la foto de la fuerza…
Buscando fotos del barrio Belisario Roldán, para un informe técnico, me detuve en ésta, de la entrega de viviendas en diciembre de 2009.
Publicada en un medio gráfico local, sirvió para ilustrar la entrega de 18 viviendas en el barrio. En ella están el Intendente Contador Pulti, el Secretario de Planeamiento Arquitecto Castorina, tres vecinas y dos funcionarios del IVBA y Salud.
Una foto nada más, que al final… tal vez, poco interesa… O tal vez no.

De a poco dejé de mirar la foto y comencé a ver los gestos, las miradas, las actitudes de cada una de las personas presentes y al meterme en la situación del acto, no pude dejar de parangonarla con un cuadro de alguna película del neorrealismo italiano.
“Las miradas sobre las llaves” podría ser el título de esta película, donde los actores principales focalizan su atención sobre esos pequeños objetos -de deseo- de relativo escaso precio, pues cada llave no supera el precio de un kilo de pan.
Su valor -en cambio- es altísimo para todos… pero muy diferente para cada uno.
Para unas -las Madres- parecen significar la realización de una meta casi inalcanzable, todo un fin en sí mismo: el techo, el cobijo, la seguridad, el nido, la protección. Sus lágrimas demuestran que en esas llaves están simbolizados sus sueños y esperanzas y, a partir de allí sus realidades y su futuro.
Para otros, las llaves parecen tener otro sentido.
Los funcionarios, con sus sonrisas apenas esbozadas, con sus brazos cruzados y su posición lateral en el cuadro, por costado y por detrás, enmarcan la situación. Están porque no podrían dejar de estar. Son la Corte, simbolizan el poder instituido.
Para el Intendente municipal, las llaves parecen significar un medio; concentran todo lo que aspira un político: el reconocimiento como autoridad máxima, del objetivo cumplido y la promesa de futuras continuidades. Su mirada está en el objeto, no en los sujetos; no está en los ojos de las destinatarias de las llaves de la vivienda, ya que no hace falta que les imponga más su poder, interesa sólo el objeto.
Hace pocos días, la noticia fue nuevamente el barrio Belisario Roldán.
Esta vez, sobre el destinatario de una de esas viviendas -un niño de 9 años- se derrumbó el cielorraso de la cocina. Atención: no se cayó nada, se derrumbó.
Con deliberada intención digo “derrumbó” intentando que se vincule este hecho con el ocurrido hace -otros- pocos días en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el derrumbe de un edificio sobre 14 personas, en el que tampoco hubo ningún accidente; no fue casualidad; sino producto de la desidia y la mala praxis.
Entonces vi la otra foto, la de Marta bajo el techo derrumbado de su casa.
Casi un año la separaban de aquellas sonrisas.
En tan poco tiempo conoció lo que significa el ninguneo, el desinterés y el estiramiento de las respuestas por parte de los funcionarios, como buscando el desgaste vecinal.
Desgaste que sólo se produjo en la calidad de las viviendas entregadas -“llave en mano”- por el municipio y el Instituto provincial.
Marta parece preguntarse y preguntarnos:
¿Es posible que no se den cuenta que ésta no es forma de vivir?
¿De qué seguridad nos están hablando?
Nosotros nos podemos preguntar: ¿Obras privadas y/o públicas de la municipalidad, habrá extendido el certificado de inspección final de las obras, o permitió que las familias comenzaran a vivir en condiciones tan precarias?

Considerando que nos referimos a planes de gobierno, que están pensados “para solucionar el grave déficit habitacional y las condiciones de emergencia del pueblo…”, es que los recaudos, verificaciones y pruebas de calidad deberían ser más rigurosas.
Lamentablemente no son las únicas familias que atraviesan los problemas generados por estas políticas habitacionales oficiales, en las que parece que sólo interesa el corte de cintas en la inauguración.
Las deficiencias constructivas tendrán solución técnica -esperemos que de manera urgente-, pero las socio culturales serán mucho más difíciles de solucionar.
El gobierno instaló en el barrio Belisario Roldán, en pocos meses, 600 familias que no se conocen entre si. En un territorio con historia propia, no se preocupó de vincularlos previamente entre si ni con lo existente.
Entonces el problema ahora lo tiene todo el barrio: el que generaron automáticamente, a-histórico y sin trayectoria y el preexistente.
Los vecinos -todos- deberán comenzar a construir los lazos vecinales, a aprender a confiar entre si, y a no confiar ciegamente en los políticos -y en sus promesas- que les acercarán para enfriar la bronca o cada vez que haya que cortar una cinta o buscar un voto.
Objetos y sujetos en estas situaciones -en estas fotos- que se terminan resolviendo, como en el neorrealismo italiano, con los niños…
En la primera foto, la niña mirando a la cámara… todavía sin saber que “Ella” será la que tendrá las llaves que alumbrarán el otro futuro.

Mar del Plata, 24 de agosto de 2010.

*Arquitecto - Vecinalista

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EDUARDO TE FELICITO POR TUS PALABRAS. cON UN TONO POÉTICO COMUNICÁS ALGO QUE DE OTRA MANERA SERÍA DIFÍCIL DE ASIMILILAR POR LA TRISTEZA QUE CAUSA LA DURA REALIDAD,
SALUDOS
VICKI

Maripiel dijo...

También he dedicado en su momento un retazo de mi blog a las "casitas" mal construídas del barrio que mencionás: http://demardelplata-elojoavizor.blogspot.com/2010/07/calles-en-barrios-y-casas-inhabitables.html No he tenido acceso a fotos, te felicito, dicen mas que mil palabras.